El insano derecho de los tacones junio 6, 2007
Posted by Adrián in Espejo Social, Propio.trackback
Bajan, subo.
El latir de los pies no cesa; no importa lo cuadrado y duro del asiento la satisfacción es dolorosa y exquisita.
Miro alrededor, todos los asientos llenos, la mitad del pasadizo está tupido por un macizo de hombres que transpiran trabajo y sol.
Bajan, suben.
Cierro los ojos, respiro hondo. Un golpeteo contra el piso me acecha, el sonido delata su sexo, con el rabo del ojo echo un vistazo mientras…
Corbata: “Reina… allá hay campo”
Tacones: “Ese… ummm… no me gusta.
Bajan, suben.
Muevo los dedos de los pies; se produce un grito en mi interior que me crispa la piel.
El aire se condensa, los cuerpos se restriegan unos contra otros al compás de la carretera.
Tacones: “…entré a las 6 a.m. y todavía me toca tomar otro bus”.
Que desgracia; miro los tacones, están gastados, para peores se inclinan hacia la derecha por la carga de ese maletín moteado de colores. Sigo mirando; unos surcos verduscos marcan su silueta, la gamuza que un día fue tersa ahora se asemeja a una cuerina.
Ya se, ya no hay más campos.
Malditos tacones, son más viejos y desgastados que los de mi mamá.
Suben, bajan.
Vuelve la cabeza, eso sí, con mucho esfuerzo para ver el rostro y no topar con el “zipper”.
Tacones: “Gracias”
Tacones: (Hacia Corbata) “Ay estos zapatos me matan, no sabes como me duelen los pies”
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